Pobres y Humildes en Vocación de Iglesia,
Profecía de Esperanza

Surgimos en conciencia vívida de salvación, prendidas/os en pasión por ser historia en dinamismo de creación y futuro. Nuestras procedencias y recorridos nos constituyen en un hoy fraguado en gracia y esperanza. Somos implicación y diálogo con realidades singulares, en sus búsquedas y anhelos de vida y plenitud. Irrumpiendo en palabra, desde conciencias vocacionales, pronunciamos la existencia en su misterio, dinamismo y promesa. Sumergiéndonos más y más en la complejidad y pluralidad en las que todo está emergiendo, optamos por abrir caminos de liberación, reconciliación y comunión eterna.

Atravesadas/os por un sentimiento hondo de ser tiempo, confiada y tenazmente queremos escuchar el gemido y la palabra en los que existen personas, situaciones y pueblos, así como la creación entera, en anhelo de desplegarse en la libertad de los hijos de Dios. Movilidad y pasión por fundamentar y relanzar cada existencia hacia su mejor potencialidad. Que nada se acabe. Existencialidad estremecedora y gozosa. Todo a sostener y recrear. Emprendemos el don del día en llamada atenta por surgir en apertura radical al tú, a los otros, al misterio actuante que nos violenta y nos atrae a la justicia y dignificación de los más, de todos. Inmersas/os en el acontecer que nos solicita creadoras/es, generadoras/es de pensamiento y entrañablemente vinculadas/os.

Pobres y Humildes en Vocación de Iglesia, Profecía de Esperanza, proclamamos la existencia en la libertad de ser creyentes por afirmación del Único. “Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa no la hubieras creado.¿Y cómo subsistirían las cosas si tú no lo hubieses querido? A todos perdonas porque son tuyos, Señor, amigo de la vida” (Sb 11, 24-26). La fe nos pronuncia en alternativa de libertad y en dinamismo de relación y comunión. Caminamos en una existencialidad que nos trabaja en descenso permanente a lo frágil y pobre hasta padecer el pecado y la humillación. Somos creyentes en un proceso incesante de encarnación, afectabilidad e implicación.

La eclesialidad nos refunde en el dinamismo de la creación brotando y consumándose en el misterio santo de la alteridad. Una alteridad que nos enciende en alabanza y obediencia del Hijo único, de cuya plenitud estamos recibiendo un amor que responde a otro amor. En la Iglesia estamos siendo consagradas/os y guiadas/os por el Espíritu a ser urgencia del reino que está llegando. Irrumpimos en la sociedad y en la historia como humilde movimiento profético, en voluntad de generar futuro, el evangelio de la esperanza y del amor. Temblorosa conciencia de elección y trascendencia que nos hacen gratuidad y diálogo generoso con todo lo significativo y diferente. “Esta es la voluntad de mi Padre, que no se pierda ninguno de estos pequeños”. Cuidado, entraña y pasión por definitivizar lo breve y lo valioso.

En el origen de este movimiento están hombres y mujeres que se sienten conducidos/as por el Espíritu a escuchar y convertirse al designio de Dios, siguiendo a la persona y al evangelio de Jesús el Cristo, en obediencia al hoy histórico. “Anunciar el evangelio no es para mí motivo de orgullo sino obligación que me incumbe. ¡Ay de mí si no lo anuncio!” (1Co 9, 16). El núcleo de los comienzos a principios de los años noventa, desde un discernimiento permanente en la opción decidida por la singularidad de cada persona, ha avanzado en una dinámica interactiva y asamblearia en alternativa eclesial. Este grupo, desde los Estatutos que lo definen y estructuran, fue erigido y aprobado como Asociación Pública de Fieles en la Diócesis de Pamplona y Tudela en el año 2007 por Fernando Sebastián. Posteriormente ha sido reconocida en las diócesis de Vitoria y Bilbao. Reconocemos en el discernimiento de la Iglesia la gracia en la que el Espíritu nos ha lanzado a la historia. Nos vivenciamos siguiendo las pisadas de los humildes de la tierra, en comunión con los creyentes, hombres y mujeres de todos los tiempos, que nos alientan y sostienen en la esperanza de un cielo nuevo y de una tierra nueva.

La Asociación Pública de Fieles, Pobres y Humildes en Vocación de Iglesia, Profecía de Esperanza, se conforma en una única institución jurídica eclesial desde tres formas y alternativas de vida: seguimiento en itinerancia activa corporalizado en comunidades; seguimiento en opción de la profundidad orante de la Iglesia testimoniado en personas y comunidades como lugares eclesiales en trance suplicante del reino; seguimiento laical, casados, célibes y solteros arraigados en lugares existenciales propios o en comunidad, que desde contextos y situaciones específicas se configuran en proyecto y alternativa que demandan autonomía y creatividad singularizadora. Somos una única iglesia en la pluralidad de carismas. Desde la gracia originaria y fundante de ser vocación de Iglesia, en la acogida radical de cada forma de seguimiento, se discierne y se genera todo el movimiento profético histórico del grupo.

 La vida fraterna constituye el núcleo fundante y dinamizador del seguimiento y misión de la asociación. La alternativa laical, en la libertad y autonomía que goza, se enraíza en la vitalidad, fecundidad y gracia comunitaria como corporalidad y visibilidad eclesial. Cada existencia y proyecto de vida surgen en la historia y en la Iglesia en destino de personalizar la Iglesia entera. La vocación engendra nuestras personas en identidades existenciales fundantes carismáticas. Esta densidad vocacional reclama suelos eclesiales que lleguen a ser seno y referencia configuradores. Cada comunidad está llamada a suscitar y activar una eclesialidad abierta, integradora de lo diferente en una confluencia, relacionalidad con lo viviente y emergente de la historia. Asimismo, emerge en lugar de vida por gratuidad, implicación y diálogo con las realidades que nos hacen proximidad vinculante y gestación del pueblo de Dios que atraviesa la historia en búsqueda de vida y salvación. En una itinerancia que discierne y evangeliza se propicia una interacción fecunda y dinamizadora en el interior de la asociación. Encuentros y envíos, proyectos y foros, relaciones entrañables originan un movimiento y activación comunional intensos.