Pobres y Humildes en Vocación de Iglesia, |
“No temas, pequeño rebaño, que vuestro Padre ha decidido daros el reino” (Lc 12, 32). Surgimos en la Palabra, en la gracia que nos constituye en vocación y testigos del reino. Afrontamos la desproporción, la desmesura como condición radical de nuestro ser y estar creyentes en la historia y en la realidad. Nos experimentamos en una creciente conciencia de fragilidad y en un imperativo de fe y de evangelio. Un origen de elección y vocación nos ha plantado en la historia. “Entonces escuché la voz del Señor que decía: ¿A quién mandaré? ¿Quién irá de nuestra parte? Contesté: Aquí estoy, mándame” (Is 6, 8). Proclamamos la grandeza del Señor en nuestra pequeñez creciente, que nos hace descender a lo profundo y tembloroso en los que toda la realidad está“en gemidos de parto, en anhelo de despliegue de la libertad gloriosa de hijos”. La medida no son nuestras posibilidades sino la fe y la esperanza, reclamándonos en creación permanente del reino que está llegando en el fragor, gemido y anhelo de plenitud de cada corazón y de la humanidad entera. Existir escuchando la voz del Señor en las realidades, situaciones que nos encienden en súplica y en palabra de revelación esperando con todos los hombres y mujeres, el nuevo cielo y la nueva tierra donde habita la justicia y el amor eterno.
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